Recorriendo el país con las conferencias

miércoles, 7 de octubre de 2009

El arte del bonsái y la realidad venezolana


“Antes de hacer la República, debemos hacernos nosotros, porque todavía no somos” Alberto Adriani

En Japón existe desde hace siglos una forma artística de jardinería muy especial. El arte bonsái. Un bonsái es un árbol en miniatura creado a través de manipulación de su espacio vital y de sus raíces. El artista reduce cada vez más el tamaño del jarrón y corta las raíces del árbol con cierta frecuencia. El bonsái es considerado un arte muy bello. Las exposiciones y competencias organizadas en todo el mundo atraen a una multitud de admiradores maravillados por su belleza, pero OJO, no es una belleza natural y auténtica. Es decir, la semilla que tenía el potencial para convertirse en un árbol frondoso, ha terminado como un ser manipulado y adaptado según las ideas del “artista”, un ser aparentemente bello, pero mutilado por dentro.

Siempre he creído que la sociedad venezolana es semejante a la semilla del bonsái por la riqueza de sus raíces expresada en la belleza de su gente y su territorio. Recordemos que los venezolanos tenemos en nuestra historia, geografía y sociedad, elementos valiosos en los cuales podemos apoyarnos para salir adelante. Por ejemplo: Venezuela es un país étnica, lingüística y religiosamente muy homogéneo. No sufrimos el problema de algunos países latinoamericanos donde sectores indígenas y no indígenas de la población coexisten sin mucha integración, después de más de cuatrocientos años de la conquista.

No padecemos el tipo de conflictos religiosos que agobian a países en Asia y el Medio Oriente. Esta homogeneidad étnica, lingüística y religiosa de la cual gozamos, ofrece condiciones para que valores como la confianza mutua entre los ciudadanos puedan desarrollarse.

Nuestra nación se encuentra ubicada en una posición geográfica privilegiada. Estamos a menos de dos mil kilómetros de distancia de los Estados Unidos y prácticamente tenemos el mismo huso horario de ese país. Venezuela es también el Estado de América del Sur que se encuentra más cercano al continente europeo, el cual es un mercado cada vez más grande e integrado. Hacia el continente asiático y el pacífico tenemos acceso rápido por la vía del canal de Panamá, del cual nos encontramos a menos de mil quinientos kilómetros de distancia. Por estas y muchas otras razones considero que vivimos en una tierra de privilegios caracterizada por activos no sólo naturales, sino también humanos.

Sin embargo, durante décadas hemos sido manipulados por artistas manifestados en gobiernos, que lejos de sumar crecimiento y prosperidad se han convertido en opresores y amantes de sus propios intereses. Venezuela es un país maltratado por administradores incompetentes y corrompidos con liderazgos miopes, los cuales han reducido a parte de nuestra sociedad en un grupo de personas inseguras, con un debilitado amor propio, con poca claridad con ellos mismos y que desafortunadamente no saben quiénes son y qué quieren.

Pero esto puede cambiar. Estoy convencido de que los venezolanos contamos con una alta autoestima natural. Poseemos con una maravillosa semilla manifestada en ingenio, creatividad y dignidad. Elementos suficientes para producir árboles de prosperidad, unidad y honradez que pueden incidir trascendentalmente en la elevación de nuestro crecimiento socio-económico, socio-político y socio-cultural.

Evitemos designar en tareas públicas a funcionarios que actúan como “artistas” políticos que sólo buscan impresionar con obras de acabados perfectos, en detrimento de las raíces y estructuras de un país; a políticos que colocan sus intereses y ambiciones personales y de partidos por encima de la consciencia y de las leyes, cuya profesión no es velar por el pueblo al que sirven, ni por el bien común al que se deben. Su oficio tristemente es la búsqueda de la imagen y el rating, como cualquier personaje de farándula. Ya basta de cortinas de humo, ya basta de palabras bonitas, ha llegado el momento que, como ciudadanos dignos, nos demos nuestro lugar y busquemos a través de la participación, elegir al más capaz y no al más retórico. Y algo muy importante, aspiremos siempre lo mejor. Es decir, no permitir que lo bueno nos prive de lo mejor, lo mejor es aquello que nos une, reconcilia y encuentra con el deseo y la esperanza de un país en donde todos quepamos.

¿Sabían que un pueblo ignorante es fácil de manipular y controlar porque cree en lo que las autoridades dicen y prometen? Recordemos la frase que le costó la muerte a Sócrates hace 2500 años. “Ante todo, conócete a ti mismo”. ¿Qué tiene de peligrosa esta afirmación?, ¿por qué para la gobernación de Atenas representaba un peligro? Muy sencillo, el poder de las autoridades de aquel entonces dependían de la auto ignorancia, el conocimiento del pueblo podría haberlos expuesto a la pérdida de ese poder.

Por favor, hagamos el esfuerzo y recuperemos la belleza natural y auténtica de nuestra nación. No descansemos en indagar cuál es nuestra mejor opción, no cesemos en fortalecer nuestras destrezas en crear bienestar. El próximo año es una maravillosa oportunidad electoral (las elecciones parlamentarias) para manifestar no sólo nuestros sentimientos políticos, sino también para imponer nuestra sindéresis social a través del voto.

¡Hagamos de Venezuela un verdadero bonsái!

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